El regreso de la hechicera by Chris Colfer

El regreso de la hechicera by Chris Colfer

autor:Chris Colfer [Colfer, Chris]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2013-08-05T16:00:00+00:00


Capítulo dieciséis

El Abuelita alza vuelo

Alex no podía encontrar a su hermano por ninguna parte.

—¿Has visto a Conner? —le preguntó a Rani—. No fue a desayunar esta mañana y no está en el patio real.

—No lo he visto desde ayer —respondió Rani—. ¿Te has fijado en su habitación? ¿Tal vez se enfermó?

Alex esperaba que no fuera el caso, dado que estaban en la víspera de su expedición. Subió la escalera hasta la habitación de su hermano para ver cómo se encontraba, rogando que no estuviera enfermo.

—¿Conner? —llamó Alex y tocó la puerta—. ¿Estás aquí?

No hubo respuesta, así que giró el picaporte y empujó la puerta sin que la invitaran. Conner estaba sentado erguido sobre su cama. Tenía la vista clavada en la distancia, perdido en sus pensamientos. Un pequeño hilo de saliva se derramaba por la comisura de su boca.

—¿Te sientes bien? —preguntó Alex.

—¿Qué? —dijo Conner, sobresaltado. No había notado la puerta abierta.

—Te ves mal —comentó Alex—. ¿Estás enfermo?

Conner tuvo que pensar al respecto.

—No —decidió—. Al menos, creo que no —su mirada se desvió de nuevo hacia la ventana de su habitación.

—¿Entonces qué sucede? —insistió Alex—. Parece que acabas de ver un…

La cabeza de Conner se dirigió con rapidez hacia ella. Se veía horrorizado por completo y no emitió ningún sonido. La metáfora de Alex había descubierto accidentalmente la verdad.

—Espera un minuto —dijo ella—. ¿De verdad viste un fantasma?

Los ojos de Conner recorrieron la habitación con rapidez. No sabía cómo explicarlo.

—Sucedió anoche; ¡desperté y estaba parada justo ahí, mirándome! —declaró Conner con gestos grandilocuentes.

—¿Quién estaba mirándote? —preguntó Alex.

—¡Un fantasma! ¡Ella estaba justo ahí!

—¡Estaba siendo sarcástica! —dijo Alex—. ¿Estás diciéndome que viste un fantasma de verdad?

—¡Sí! —exclamó Conner y colocó una mano sobre su rostro—. Es decir, era transparente y silenciosa y desapareció de la nada. ¡Todo indica que era uno!

—¿Estás seguro de que no estabas soñando? —preguntó Alex.

—Uno se despierta de un sueño —replicó él—. ¡Y yo he estado totalmente despierto desde que ocurrió! He estado demasiado asustado para moverme.

Alex intentó pensar en una explicación lógica, pero no pudo. La histeria de su hermano hacía que le resultarla difícil dudar de lo que decía.

—¿Quizás este castillo está embrujado? —sugirió ella.

—¿Qué fantasmas acechan un castillo nuevo? ¡Eso sería como tenerle rencor a un bebé! —dijo Conner—. Fue tan extraño. Ella esperó a que yo la viera. Y una vez que lo hice, se acercó a la ventana y solo señaló hacia afuera. Fue la cosa más espeluznante que he visto en mi vida.

—¿Y no tienes idea de quién era? —preguntó Alex.

—Para nada —dijo él y negó con la cabeza—. Pero lo que es aún más extraño es que me resultó familiar. Podría jurar que la he visto antes.

Alex tomó asiento en la cama de Conner. Sus días ya estaban llenos de misterio; lo último que necesitaban añadir a la mezcla era el avistamiento de un fantasma. Un minuto después, la sirvienta de Roja llamó a la puerta y asomó la cabeza dentro.

—Allí están ustedes dos —dijo la sirvienta—. Su Majestad los está buscando.



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